miércoles, enero 04, 2006

"Regalar un libro es también un acto de serena violencia pues aúna el imperativo con la dádiva: un admonitorio "aún no lo has leído" con su reverso amable: "disfrútalo", "te hará feliz". Y hay en todo esto algo de erótica adolescente, de androginia sentimental, de fuerzas que pugnan por salir de la indefinición. El adolescente utiliza los libros para salvarse del exceso de fantasía que amenaza su naturaleza, estancada en un estado tan puro como informe. Podrá dedicar su vida a fantasear o conseguir con el tiempo una especie de desasosiego, el clima de una búsqueda en la que él mismo se metamorfosea. Porque regalar un libro es conceder algo esencial a un tercero que en realidad no requiere de nosotros para expresarse."
Ernesto Hernández Busto